Hace 24 años me casé con el amor de mi vida Rebeca Barrios, la madre de mis 4 hijos, dos niñas y dos varones, la mayor de ellos es Raquel, una hermosa arquitecto de 23 años. Desde el vientre de su madre, me robó por primera vez el corazón, con ella aprendí a ser padre, a cuidar y proteger su corazón.
Luego llegó mi segunda hija, Valeria, mi valiente, siempre feliz, de buen humor y contagiando de alegría a todo el que conocía. Un día comenzaron los malestares, se hicieron seguidos junto a una palidez muy notoria, que nos advirtió que algo andaba mal. Mi hija Valeria, a sus 13 años fue diagnosticada con Leucemia, una gran prueba no solo para ella sino para toda nuestra familia, no puedo negar que fueron momentos duros, pero siempre me mantuve firme en mi fe, aunque las circunstancias dijeran lo contrario. Decidí confiar y creerle a Dios en esperanza contra esperanza y hoy día tengo en mi casa a mi Valeria, con sus células 100% benignas y totalmente sanas.
Mi tercer hijo es Javielito, mi catire, quien siempre ha seguido mis pasos, para mi es todo un reto ser un ejemplo para ellos, a pesar de que yo nunca conocí a mi padre, no tuve la oportunidad de oír historias de su infancia ni de acudir a él cuando necesitaba un consejo, me preparé para ser el mejor papá para ellos, para mis hijos. Trato siempre de ver en Javielito el niño que quizás yo fui, y todo lo que yo quise ver en un papá, lo soy con él.
Y, por último, mi bachaquito, el hijo que Dios me regaló, aunque no lo esperábamos, llegó, y nos cautivó el corazón con una sonrisa que irradia todo lo bueno que uno pueda imaginar. Sebastian Bertucci, así lo nombramos y recibimos en nuestro hogar al más pequeño de la familia. A él lo conocimos en una de nuestras visitas a una comunidad de muy bajos recursos de la ciudad de Valencia.
Fue así como adoptamos a Sebas, le dimos un hogar, hermanos con los que juega y ríe todo el día, un papá que jamás soltará su mano y una mamá incondicional que cuidará sus sueños y velará por su bienestar.
Ser padre es una bendición, el amor por mis hijos no lo puedo explicar con palabras y estoy seguro que no se parece ni se acerca al amor de mi Jesús hacia nosotros. Mi experiencia como papá me ha hecho saber todos los días, que no importa qué tan mal o bien me haya ido, al final del día estarán mis hijos para recibirme en casa con la mayor de las sonrisas.
“Es importante saber de dónde se viene, para luego saber hacia dónde se va. No hay peor cosa que olvidarlo, porque se corre el riesgo de perder la humildad.”
En mi niñez mi bisabuela María de las Nieves me habló por primera vez acerca de Jesús y sus valores, los cuales orientaron el rumbo de mi vida, reafirmadas por mi abuela Coromoto. Desde muy joven, junto a mi esposa Rebeca predicaba en plazas, parques y también íbamos de casa en casa, llevando el mensaje de Jesús. Fue a mis 21 años cuando decidí levantar una iglesia en Tinaquillo, un pequeño pueblo del estado Cojedes donde estuvimos 5 años. Luego decidí regresarme a Valencia donde había vivido anteriormente. Fue entonces cuando fundé la Iglesia Maranatha Venezuela en el año 1999.
Después de muchos años de esfuerzo y mucha fe, hoy día tenemos la iglesia más grande del país y una de las más grandes de Latinoamérica, que cuenta con una capacidad para aproximadamente 14 mil personas, convirtiéndose así en un referente de la fe cristiana en todo el territorio nacional.
Luego de pastorear esta iglesia durante casi 20 años, tomé la decisión de afrontar un nuevo reto por amor a mi país, responsablemente dejé a un lado mi título y responsabilidades de carácter religioso, poniendo al frente de esta iglesia a Francisco Barrios como pastor principal, para así, dejar todo lo que he hecho y conozco para enfrentarme a lo desconocido y poner mi nombre como opción a las Elecciones Presidenciales 2018 en Venezuela.
En el año 2007, fundé El Evangelio Cambia, con el propósito principal de sembrar valores en la sociedad, con la consecuente ayuda integral para los sectores más desasistidos de la población, a través de diversos programas, labor que ha trascendido fronteras, habiéndose establecido en 26 países más.
Mis ganas de servir a la gente, la sensibilidad que sentía al ver la necesidad de los más débiles, me llevaron a despojarme de lo que tenía para dárselo a otras personas, queriendo tener siempre un corazón completamente dispuesto para ayudar a mi nación.
He recorrido Venezuela por varios años compartiendo con los habitantes de las comunidades más desasistidas del país en jornadas sociales en las que se atienden en un día a cientos de miles de personas de manera integral, con operativo médico, servicios odontológicos, asesoría legal, actividades recreativas para los niños y atención a personas en situación de calle o en pobreza extrema.
En esta última área es donde más me sensibilizo, porque allí he visto de cerca la fuerte realidad que vive mi país, las personas en condición de calle son las más vulnerables y golpeadas por la situación y también por la sociedad. Por eso como organización insistimos tanto en la siembra de valores en los venezolanos, que por diversas razones se han perdido con el tiempo. Pienso que, si rescatamos eso en nuestra sociedad, tendremos corazones dispuestos a ayudar al que no tiene sin ningún tipo de egoísmo ni distinción, como dice nuestro lema: cambiando vidas para bien y para siempre.
También, hemos organizado eventos multitudinarios como el Congreso Nacional de Jóvenes, donde reunimos más de 250 mil jóvenes anualmente de todo el territorio nacional y diferentes países del mundo, quienes disfrutan de hospedaje, transporte y comida gratis de parte de nuestra organización.
Durante dos días consecutivos les brindamos un espectáculo sin precedentes, donde demostramos que Jesús no es religión, entre puestas en escena, juego de luces, música, baile, teatro, producción audiovisual, áreas recreativas y prédicas especiales para ellos, los jóvenes tienen una experiencia única con Jesús.
Sabiendo que muchos padres y madres venezolanos no contaban con los recursos necesarios para darle un regalo de navidad a sus hijos, junto a mi familia comencé comprando juguetes para repartirlos en las comunidades más desasistidas del estado Amazonas cuando llegaba diciembre y muchos niños esperaban con ansias el niño Jesús. Así empezó lo que ahora llamamos “Navidad Alegre”, hoy día la realizamos en varias ciudades del país, donde los niños y niñas disfrutan de un encuentro con súper héroes y princesas, en medio de un show artístico cargado de sorpresas para cada uno de ellos, mientras el enorme voluntariado de El Evangelio Cambia hace la entrega de miles de juguetes a los pequeños asistentes, quienes además de recibir un juguete se llevan a Jesús en sus corazones.
Por último, pero no menos importante, me atrevo a decir que es la más significativa de todas nuestras labores sociales, hablo de nuestra Mega Sopa, donde todo el voluntariado de El Evangelio Cambia se moviliza a diferentes estados del país, y con la colaboración de vecinos, jefes de comunidades, empresarios, asociaciones y otras organizaciones logramos realizar nuestras Jornadas de Acción Social, donde su servicio, sus manos, su disposición y su amor por el país son esenciales para lograr entregar millones de sopas en todo el territorio nacional. Miles de venezolanos son beneficiados con servicios médicos,odontológicos, asesoría legal, también disfrutan de áreas de manicure, pedicure, peluquería y barbería totalmente gratis. Los más pequeños disfrutan de colchones inflables, pinta caritas y actividades recreativas donde gozan ser niños.
Nada nos llena más que aportar nuestro grano de arena por Venezuela, siendo agentes de cambio que decidieron construir un país y no criticarlo, llevando alegría y renovando la esperanza en cada venezolano.
Después de haber recorrido mi país durante más de 10 años, visitando tantas comunidades, pueblos y ciudades, pude conocer su realidad. Con el paso de los años Venezuela comenzó a atravesar uno de los momentos más difíciles de su historia, la polarización se volvió evidente, decenas de jóvenes murieron en innumerables protestas por buscar y querer un país mejor, la escasez se hizo presente como nunca antes, la inflación se volvió imparable, la inseguridad se incrementó en cada rincón de la nación, y el poder adquisitivo del venezolano simplemente desapareció. Razones bastaron para que una buena parte de la población, decidiera buscar un mejor futuro fuera de nuestras fronteras, trayendo como consecuencia la separación de miles de familias venezolanas.
Al ver que ninguno de los sectores políticos del país ofrecía una solución eficaz a la situación, dejando a los ciudadanos sin respuesta, empecé a querer hacer más. Era imposible ver tanta necesidad y quedarme de brazos cruzados, me di cuenta que el cambio que necesitaba Venezuela no podía hacerlo desde mi posición religiosa sino desde la arena política. Fue entonces cuando tomé la decisión de ser candidato presidencial, trayendo al área una manera nueva de hacer política, con la intención de sembrar valores cristianos en la sociedad venezolana.
El reto comenzó, recorrimos el país tres veces, en tres meses, conocí a miles y miles de personas quienes concordaban en lo mismo “queremos y necesitamos un cambio”. En ese entonces el grupo de electores de Esperanza por El Cambio, ahora partido político, nos acompañó a realizar Jornadas de Acción Social en los lugares más desposeídos de Venezuela, en los cuales ofrecimos diversos servicios benéficos a los habitantes de cada comunidad, totalmente gratuitos.
Venezuela conoció una alternativa diferente y la esperanza se hizo sentir en las calles de la nación. En tres meses de gira, fueron muchos los venezolanos hambrientos de libertad y sedientos de justicia, que rompieron las cadenas del miedo y decidieron unirse al cambio.
Este país necesita un liderazgo que pueda sacar al pueblo de la necesidad en la que está, que pueda gobernar para 30 millones de venezolanos y no solo para un sector de la población. Nuestra nación necesita un líder que traiga soluciones y que una nuevamente el tricolor de nuestra bandera. Esto es lo que represento, la esperanza de un pueblo que sueña y merece un país diferente.